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El centro de la existencia

Periodista:
Carlos Roberto Morán
Publicada en:
Fecha de la publicación:
País de la publicación:
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“La soledad de los números primos”, primera novela que el italiano Paolo Giordano publicó a los 26 años, le generó una impensada popularidad y una fama con la que aún hoy le resulta difícil lidiar. Luego de cuatro años se ha “atrevido” a dar a conocer su segunda novela, ”El cuerpo humano”, luego de diversas vacilaciones y, supongo, con la intención de no decepcionar a sus lectores, que se cuentan por cientos de miles, si no por millones.

Giordano ha cambiado raigalmente de tema y situaciones. En vez de centrarse en pocos personajes (una pareja de jóvenes solitarios), esta vez optó por una historia coral, la de un grupo de soldados italianos trasladados a esa verdadera “tierra de nadie” que es Afganistán, donde se libra una guerra impiadosa, que ha duplicado en tiempo la duración de la Segunda Guerra Mundial y cuyo resultado definitivo es hoy absolutamente incierto. Una guerra imprecisa en cuanto a “enemigos” a combatir y que se devela tan feroz como innecesaria.

En Afganistán ahora mismo mandan en sus pequeños feudos los llamados señores de la guerra, los talibán (o talibanes) persisten en sus luchas y sus fundamentalismos de extrema crueldad. Todo parece ser armas, drogas y negociados espurios, mientras “Occidente” no ha podido o sabido sentar bases para que esa nación cambie sus perspectivas. En el medio quedan los heridos y los muertos, las acciones inútiles, la sinrazón de la aventura belicista que se vuelve, casi, metáfora de la vida. O, al menos, de un cierto modo de vivir.

Todo eso es lo que intenta contar Giordano, con mucho control sobre el relato, como si tratara de no dar un solo paso en falso. No se trata de una ficción pasatista ni intenta el “facilismo” propio del best seller. Por el contrario, el autor ha sabido “meterse” a fondo en las vicisitudes de ese grupo de jóvenes soldados, verdaderamente sorprendidos por encontrarse en medio de un territorio hostil que les resulta incomprensible.

Una guerra que a nadie interesa

Antes de sumergirse en la novela, Giordano viajó a Afganistán en calidad de periodista, para conocer el lugar y una guerra que en Italia a nadie le interesa, según su propia definición. Eso, a pesar de que son connacionales quienes exponen sus vidas y que sean sus cuerpos y sus mentes los sometidos a experiencias extremas.

“Esta no es una guerra limpia. Ni equilibrada. Sois los blancos. Sois unos ratones en un trozo de queso enmohecido. No tenemos un solo amigo. Ni siquiera los niños con las caras llenas de moscas”, resume uno de los mandos al pelotón de jóvenes y, por definición, confundidos soldados (p.140).

Cuando viajan a la desconocida nación asiática, los jóvenes se cuentan cuentos adolescentes, convenciéndose unos a otros que les esperan días de sexo, drogas y rock’n roll. La realidad es por supuesto distinta, totalmente decepcionante y peor aún de lo peor imaginado.

A los soldados que llegan de reemplazo se los ubica en un fuerte abandonado y semi destruido ubicado en el valle de Gulistán, al sur de Afganistán. La base había sido abandonada por marines norteamericanos que “limpiaron” a medias la zona: “La burbuja de seguridad se extiende por un radio de apenas un par de kilómetros alrededor de la base; dentro quedan todavía bolsas perniciosas de guerrilla, fuera está el infierno”. (p.41).

Los personajes

La galería de personajes –todos muy jóvenes- está encabezada por el teniente médico Alessandro Egitto y el subteniente Antonio René, con un extraño (en el sentido de infrecuente) pasado de stripper con múltiples clientes femeninas (maduras, pero no ancianas) a una de las cuales deja embarazada.

A ellos se les suman el veinteañero cabo Ietri, que sufre su virginidad, el cabo Cerdena (un tipo brutal) y el sardo Torsu, únicamente interesado en mantener comunicación vía chat con una desconocida que le escribe desde Italia. Esos son los personajes centrales del destacamento y de la historia. Sus jefes son el coronel Ballesio, quien sólo quisiera huir del lugar que le ha tocado en suerte, y el capitán Masiero, un hombre impiadoso. Dos mujeres completan la nómina, un tanto desdibujadas por Giordano, aunque una de ellas tomará una decisión que generará el desastre.

El detonante de la novela es la inesperada misión de custodiar el traslado de unos camioneros afganos a otro territorio, puesto que han sido condenados por “colaborar” con el enemigo. En mitad del camino el grupo encabezado por René y Egitto queda rezagado y es allí cuando se produce un ataque que genera múltiples consecuencias. En los personajes. Y en la novela.

Las “ataduras” con familiares y conocidos que han quedado en Italia y que esperan sus regresos, se vuelven fantasmas opresivos/obsesivos en Afganistán. Cuando retornen no serán ciertamente los mismos y cada uno de ellos vivirá la experiencia de lo cotidiano de una manera diferente. En tanto allá, en ese “frente” difuso la guerra persistirá como un interrogante irresuelto. Y cada cosa que les ha ocurrido, lo bueno, lo malo y lo pérfido, será aquello que en definitiva los marcará, profundamente: “Sólo cuando estamos enfermos el cuerpo vuelve a estar en el centro de la existencia”.