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Historias de chicas y chicos en el frente italiano

Periodista:
Juan Pablo Cinelli
Publicada en:
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Cinco años después de haber seducido a siete millones de lectores con La Soledad de los números primos, Paolo Giordano logró ahuyentar aquel mito que reza que las segundas novelas, después de un éxito editorial, nunca son fáciles. El cuerpo humano (Salamandra) es una novela de iniciación con registro coral sobre 12 jóvenes inexpertos, entre 20 y 30 años, que cumplen una misión de seis meses en una base del Ejército italiano al sur de Afganistán.

Del entramado de esas historias surge una advertencia que interpelará al lector a lo largo de todo texto: el cuerpo nos sugiere cosas que conviene escuchar. Alejado del cliché de los horrores de la guerra, Giordano viajó dos veces a la base italiana en Afganistán para conocer primero y reflexionar después sobre la historia personal de los soldados del batallón. En sintonía con aquella primera novela sobre la adolescencia de Mattia y Alice, el autor retomó el registro de esa huella indeleble que dejan el pasado y las tragedias personales. Por momentos, la educación sentimental de los cabos y sargentos se limita a planteos algo esquemáticos sobre la división de tareas y los sentimientos  de "las chicas" y "los chicos", pero Giordano sale airoso del problema: los personajes tienen carnadura. 

Consciente de que en Europa todavía se escribe sobre la Segunda Guerra Mundial, Giordano asumió el desafío de contar la guerra de su generación, que hasta ahora había sido narrada desde una óptica norteamericana o inglesa. En ese campo de batalla, el desierto, el autor traza un mapa perfecto y obsesivo –casi a la medida de un tratado médico– sobre los tormentos y las gratitudes del cuerpo. Un embarazo no deseado que llega para cuestionarlo todo, el cuerpo desconocido pero latente y amenazante del enemigo talibán, el chat como conexión amorosa con un cuerpo ausente, el cuerpo dopado con antidepresivos para evadir la angustia, el combate y la muerte como amenaza para el cuerpo, un padre médico que experimenta con el cuerpo de su hija, el cuerpo de una mujer soldado que interpela a la tropa y el de otra mujer, más femenina e impulsiva, que pide un compromiso afectivo.  Hay en ese descubrimiento literario de lo que "el cuerpo pide" una reflexión sobre la experiencia personal del autor, un doctor en Física Teórica que dedicó gran parte de su juventud a estudiar y que, recién a los treinta, accedió a atender las exigencias del cuerpo para aceptarlo como una fuente de información. Desde entonces, Giordano dejó definitivamente el estudio y la enseñanza de la Física y  escribe en su estudio en Turín. El Cabo Cederna lo explica sin vueltas: "Los 30 te aplastan contra la pared y te ponen una pistola en la frente."