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El modelo decimonónico

Periodista:
Fabricio Welschen
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Si hay algo que la caracteriza en líneas generales es la ausencia de tendencias rupturistas en lo formal; en este sentido, novelas como Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay (2000) y Libertad (2010) comparten una concepción decimonónicamente clásica de la narrativa. Una muestra de esto aparece de forma patente en la última novela de Jeffrey Eugenides, La trama nupcial (The Marriage Plot, Farrar, Straus and Giroux, 2011), cuya historia intenta establecer un lazo con la de las novelas de Jane Austen.
Esta novela de Eugenides tiene como protagonista a Madeleine Hanna, una joven universitaria que a la hora de casarse debe optar entre dos pretendientes: su novio Leonard Bankhead y su amigo Mitchell Grammaticus. La conformación de esta relación triádica alrededor de la cual girará la trama emula los triángulos amorosos que aparecen de manera recurrente en las seis novelas principales de Austen; sólo que en el caso de La trama nupcial, la historia, alejándose de la Inglaterra de la época de la Regencia, transcurrirá a principios de la década del ochenta, en un contexto histórico en el que se ponen de moda los posestructuralistas franceses en los campus académicos, el new wave es la tendencia musical y comienza el gobierno conservador de Ronald Reagan.
Lectora de los clásicos del siglo XIX, Madeleine trabaja en la que será la tesis final de su carrera. El tema de dicha tesis es al que alude el título del libro: la trama nupcial (la temática del matrimonio en la literatura decimonónica que aparece en las novelas de Jane Austen, George Eliot y Henry James) hizo posible el apogeo de la novela. Una vez desaparecida esta concepción del matrimonio (por la irrupción del feminismo, la modernización propia del siglo XX, etc.) la trama nupcial queda invalidada para ser empleada en las novelas, lo cual habría provocado que éstas perdieran su esplendor de antaño.


Precisamente, a manera de correlato entre la tesis y la vida personal de la protagonista, el matrimonio cobrará una importancia clave en la propia historia de Madeleine. Los personajes masculinos que conforman el triángulo amoroso tienen como objetivo contraer matrimonio con Madeleine. Leonard Bankhead, un estudiante inteligente aunque maníaco-depresivo, ve en la protagonista una solución a todos sus problemas; en tanto que Mitchell Grammaticus (posible alter ego del autor) desde su rol de amigo de Madeleine está convencido de que tarde o temprano será el elegido.

 

No es la única disyuntiva a la que se enfrenta la protagonista: en un momento Madeleine pierde el interés por su tesis, la abandona y, atraída por la cháchara teórica de Derrida, decide inscribirse en un curso de semiótica. Las escenas en las que se describen de forma humorística las clases de semiótica, en donde la ridiculización hacia esta tendencia académica se concentra en los personajes del profesor Zipperstein y del alumno esnob Thurston Meems, constituyen unos de los mejores pasajes de la novela.
Finalmente, fiel a la contextualización de una sociedad contemporánea, la resolución que el autor le da al problema del triángulo amoroso no se condice al modelo decimonónico. Esta vez no se cuenta con la fórmula del matrimonio con final feliz (las protagonistas de las novelas de Austen siempre tienen el buen tino de aceptar al hombre conveniente y de no caer en la tentación de elegir al hombre licencioso), ni la muerte aparece como solución a una decisión equivocada, como sucede en el caso de George Eliot. Los clásicos decimonónicos siguen siendo un material de gran valor literario pero, a juicio de Eugenides, se impone la necesidad de darles una leve vuelta de tuerca.

© Fabricio Welschen, El litoral