La expectativa y la evidencia
- Periodista:
- Pablo Milani
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El principio mencionas que hay un libro en particular que te decidió a encarar Finales. ¿Cuál es ese libro y por qué?
Ese libro es G, de John Berger. Uno de los autores que descubrí hace unos pocos años y que me sigue deslumbrando libro tras libro. En el último párrafo expone de manera magistral una lúcida metáfora sobre la seducción, el peligro y la rebeldía, que son brevemente los pilares del libro. Leyendo ese último párrafo, desconectado del resto del volumen, coincidimos íntimamente todo lo que no ha sido contado. El hecho de tejer una metáfora tan precisa traducida en una imagen, fue lo que me estimuló a encarar este proyecto.
¿Qué libros te cambiaron la vida?
Supongo que uno sale cambiado, como sale cambiado luego de un viaje. Esas puertas que son las tapas de los libros nos invitan a expandir la percepción, agregan matices y dan espacio sobre todo, para el apetito espiritual. Estos libros me llenaron de espacio.
Hay una armonía muy particular en los dibujos con el párrafo de los finales. ¿Cómo surge esa idea? ¿Qué elementos tomas?
Tomo elementos de dos vertientes muy separadas entre sí. Algo de eso cuento en el prólogo cuando menciono la expectativa y la evidencia. Pero las ideas se vuelven sólidas cuando logro el equilibrio entre ese momento incierto y lleno de anhelos que fue el instante en que leí el último párrafo y ese otro momento lleno de conclusiones que es el punto en que termina el libro completo. La expectativa y evidencia.
¿Cada ilustración podría ser para el total del libro o te inspiras sólo en el final?
Digamos que partiendo desde el final intento abarcar todo el libro. Es decir, la inspiración proviene definitivamente del último párrafo, pero el contenido narrativo de la imagen desglosa el libro entero. Conocí una persona que por problemas digestivos comía primero la fruta y luego el plato principal. Decía que así ordenaba su ingesta y el cuerpo le respondía mucho mejor. No soy el único…
En una entrevista mencionaste que tu estudio es un laboratorio de la imagen. ¿Podrías explicar esa definición?
Proponía la palabra laboratorio peligroso, primero físicamente y en concreto porque trabajo con materiales que ciertamente son causantes de daño, como chapas oxidadas, vidrios rotos, alambres de púas. He sufrido más de un accidente manipulando porquerías que acumulo “por si acaso”. Pero por otro lado el hecho de combinar elementos y metáforas son expresiones y opiniones personales, genera siempre una sobreexposición íntima. Uno sale al mundo desnudo. Curtir nuestro pensamiento implica domarlo a la intemperie, y eso nunca es gratuito.
Última pregunta, ¿qué es lo que te cansa de tu trabajo?
Soy bastante desordenado y mi forma de trabajar vincula la espontaneidad con la planificación más fría. Esas batallas dejan un tendal de deshechos, pinturas, clavos, papeles y esperanzas. Realmente me cansa ordenarlas.