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Progresismo y actualidad de la tradición republicana

Periodista:
Fabián Bosoer
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Se trata de tres momentos fundamentales de estos treinta años de democracia.

En el 83, era el reencuentro con la República perdida. Su rescate frente a quienes la habían pisoteado y capturado en nombre de “los sagrados intereses de la Patria”, para sojuzgar a los ciudadanos e imponer el terror dictatorial y el desmantelamiento del aparato productivo. En el 96, se trataba de distinguir esa tradición de su versión neoliberal restrictiva, recordando que los principios republicanos trascienden el individualismo y sólo pueden realizarse en una comunidad de ciudadanos libres e iguales.

Ahora se trata de recoger esa idea republicana como un horizonte deseable, que mira hacia el porvenir en lugar de hacerlo hacia el pasado o anclada en el presente. Una visión acerca de la vida activa de una ciudadanía que se resiste a ser dominada, y obra con el convencimiento de que el bienestar general del pueblo es un valor superior al de cada individuo y no puede, al mismo tiempo, limitarse o encarnarse en la figura de ningún líder providencial.

Son tensiones y preguntas con siglos de reflexión y disputas que cobran una singular actualidad, describiendo los dilemas y encrucijadas del presente: “¿Dónde depositar la virtud que hace que una república sobreviva y prospere” se pregunta Botana, “¿en la calidad de unas instituciones que declaran garantizar derechos y renuevan ese depósito para que no caiga en desuso?

¿o en el carácter excepcional de una persona que, al encarnar la soberanía del pueblo, reduce las instituciones a su voluntad hegemónica?”.

Para un tiempo en el que el discurso igualitario pareciera venir adheridoa la apología de caudillismos personalistas y utilizado para justificar una concentración y uso del poder y un desdén hacia la opinión diversa más propias de viejos conservadurismos, este rescate de una tradición republicana que reivindica los equilibrios entre la libertad y la igualdad, el poder dividido, el pluralismo de ideas y la dignidad de la ciudadanía puede venir al encuentro de maneras renovadas de entender y asumir el progresismo, esa palabra tan bastardeada.