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Carsten Jensen: los mares de la humanidad

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Antes, una cosa más: en los años de años que tengo de periodista es la primera vez que traduzco un reportaje prácticamente sin tocarle una coma. Carsten Jensen no sólo responde sino que edita mientras va escribiendo. Si todos los entrevistados fueran así…

Antes, otra cosa más: ”Nosotros, los ahogados” es una novela maravillosa. Pero no es para cualquiera. Es para lectores de alto tránsito. No quiero que después me reclamen que lo compraron por mi culpa y que no lo pudieron leer y que tal cosa y que tal otra. No se hagan lo que no son. Cada uno sabe para qué está preparado. Si el único clásico que leyeron fue la edición infantil de “Gulliver”, pasen de largo. Si son lectores con alguna mancha negra en el paladar, adelante. Y si como lectores están dispuestos a crecer no tengan miedo porque esta es una aventura de aventuras.

 “Nosotros, los ahogados” es una novela difícil de abordar pero que después no puede soltarse. Comienza con una guerra desconocida por el lector en general. Pensaste en hacer, en menor medida, como Eco que antes de contar los crímenes de “El nombre de la rosa”, te hace estudiar la Edad Media, o la novela está escrita para el lector local?

Los daneses se ven a sí mismos como gente inherentemente pacífica y la Historia parece justificar este punto de vista. Nos hemos arreglado para refugiarnos de las grandes tormentas que asolaron a Europa en el siglo XX. Fuimos neutrales en la Primera Guerra Mundial y fuimos ocupados por los alemanes en la Segunda Guerra Mundial pero nunca opusimos una resistencia significativa y los alemanes, durante la ocupación, fueron bastante apacibles. Quería pintar otra historia porque para los marinos no había neutralidad ni refugio de la tormenta. Es por eso que enmarqué mi historia entre dos guerras: una al principio y otra al final. Tenés razón: la guerra inicial es una muy local pero no la escribí para los lectores daneses porque en la novela es irrelevante si entendés o no la guerra. El punto es que mis protagonistas no la entienden. Están atrapados en el medio de una guerra sin ninguna experiencia militar previa. Tienen expectativas ingenuas de que van a lograr una victoria fácil pero pronto se encuentran completamente perdidos cuando la marea se pone en su contra, la muerte toma su cuota y se enfrentan a una derrota total. Veo esto como un arquetipo de cualquier guerra y lo que la guerra hace con las personas comunes y corrientes que no pidieron enlistarse o nunca se vieron como héroes.

“Nosotros, los ahogados” tiene como base el pueblo de Marstal, donde naciste. ¿Pensaste en “pinta tu aldea y pintarás el mundo”? Porque ya habías conocido el mundo cuando la escribiste…

Elegí Marstal por una gran variedad de razones. Nací allí, mi padre fue marinero toda su vida, conocía la vida y la historia del pueblo y esa historia es asombrosa, poblada por gente como los navegantes quienes durante siglos viajaron por todo el planeta y crecieron para conocer los continentes de manera íntima. Era el cosmopolitismo del pueblo lo que me atrajo. O, mejor, el hecho de que todos vivían en dos mundos a la vez: uno muy local, la vida de pueblo, y uno muy grande, el global. Son condiciones tremendamente similares a las que se viven hoy. Fue esta mezcla de lo antiguo y lo moderno que me pareció excelente material para la novela.

Un aspecto interesante de la novela es la oposición entre: campesino y marinero. El marinero tan pobre como el campesino es, sin embargo, de mentalidad abierta porque ha visto el mundo…

Si hace dos generaciones le preguntabas a un danés típico en qué clase de nación estaba viviendo, te habría respondido: una nación navegante.

Hoy, ese mismo danés diría que fuimos una nación de campesinos. Hubo una reinterpretación y en mi opinión es una pérdida trágica de memoria histórica que tiene mucho que ver con el renacimiento del nacionalismo de derecha que se ve en la mayoría de los países europeos. El campesino conoce solamente su propio mundo. Un marinero ha visto varios mundos y sabe que hay más de una manera de hacer las cosas. Por este motivo, una nación que recuerda su pasado como la de una nación de navegantes está mejor preparada para lidiar con los imperativos de la globalización. Y tiene también una mente más abierta.

Como novela de marineros que es, “Nosotros, los ahogados” es un libro de viajes, una novela de aventuras y una historia de la humanidad pero, por encima de todo, creo que es un hermoso viaje a través de la historia del mundo de las letras y cómo las diferentes condiciones de la vida real generaron diferentes tipos/tópicos en la literatura. A medida que el tiempo avanza, los personajes se van encontrando con escenarios de Stevenson, situaciones de Melville, comedias a lo Twain, acción a lo Herminway, y así. ¿Estás de acuerdo? ¿Cómo trabajaste esta evolución paralela hechos/literatura y cómo te las ingeniaste para recrear las atmósferas de esos autores?

Hay, como notaste, un juego intertextual a lo largo del libro. Ya en la segunda página hay una referencia a la novela “White Jacket”. Stevenson, Conrad, Jack London y Twain son otras referencias. Homero también. Pero Hemingway, caramba, tendría que decir que no, al menos no conscientemente. Nunca me gustó mucho Hemingway, su realismo lacónico no me atrae ni tampoco su “macho-ethos” (macho-ética). Ningún crítico danés se dio cuenta de estas referencias a los grandes clásicos de la tradición marítima y dudo de que muchos lectores lo hayan hecho. Así que se podría decir que lo hice para mi propio disfrute. Hice un montón de investigación mientras escribía la novela pero sólo en un caso basé mi historia en una de estas fuentes literarias de inspiración. En las aventuras de Alberto en los Mares del Sur traté deliberadamente de crear la misma atmósfera que encontré en esas novelas maravillosas. La parte más importante de mi investigación la hice en Marstal mismo. Invité a la gente del pueblo a la biblioteca pública donde hice lecturas del work in progress y les pedí que me dieran ideas. Fundamentalmente les pedí que me ayudaran así que se aparecieron con anécdotas e historias familiares de lo más fascinantes y las incorporé a la novela. Al final todo el mundo sintió que era tanto su libro como mío y el día de la publicación el intendente dio un discurso, cantó el coro de marineros local, hubo banderas en cada esquina y cerveza gratis para todos. Los lugareños realmente celebramos juntos.

 

Respecto de los autores, ¿es un homenaje? ¿Son tus autores favoritos o fueron funcionales para esta novela?

Cuando me embarqué a escribir la novela también supe que estaba entrando en la gran tradición de la literatura marítima así que empecé a leer todo de punta a punta, no sólo en busca de inspiración sino porque sentí la obligación de conocer el canon. El juego intertextual es mi manera de mostrar gratitud. Joseph Conrad es uno de mis escritores favoritos de todos los tiempos. Los descubrí a principios de los 80 en un viaje a Indonesia y lo he estado leyendo desde entonces. No trato de imitarlo, sin embargo. Su lenguaje y su estilo son tan complejos y sutiles que para mí es totalmente inimitable. Pero aprendí algo importante de él: el papel crucial del honor, el deber y la responsabilidad en el mundo de los marineros.

Además de “Nosotros, los ahogados”, hay otro trabajo tuyo disponible en la Argentina, “Yo he visto empezar el mundo”. Tanto en ficción como en no-ficción aparecés como viajero. ¿Alguna vez te sentís también un “ahogado” como los marineros de Marstal?

Es verdad, viajo un montón. Ahora menos porque soy más grande y tengo una familia. Estoy seguro de que le debo mucho a Marstal y a mi padre quien fue un gran contador de historias. Podía entretenerme durante horas con sus cuentos maravillosos de su larga vida en el mar. La mitad de esas historias no eran ciertas, por supuesto, me di cuenta. Pero también lo acepté. Esta es probablemente la razón por la que me sentí atraído hacia el género de la novela. Como alguien inteligente dijo alguna vez: “Ficción es decirle a alguien la verdad con la ayuda de mentiras”. A iración sino porque sentí la obligación de conocer el canon. El juego intertextual es mi manera de mostrar gratitud. Joseph Conrad es uno de mis escritores favoritos de todos los tiempos. Los descubrí a principios de los 80 en un viaje a Indonesia y lo he estado leyendo desde entonces. No trato de imitarlo, sin embargo. Su lenguaje y su estilo son tan complejos y sutiles que para mí es totalmente inimitable. Pero aprendí algo importante de él: el papel crucial del honor, el deber y la responsabilidad en el mundo de los marineros.