La pelea por el salario, novedad en las FF.AA.
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- Máximo Badaró
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Yo no entré acá por la plata” es una expresión frecuente de los integrantes del Ejército Argentino. Esta expresión retrata una institución en la que la negación del interés monetario constituye un mecanismo central de la regulación moral de las relaciones entre sus integrantes.
En un ámbito institucional que se asume enteramente volcado a los valores colectivos y trascendentales, el dinero remite a intereses puramente individuales y mundanos.
Sin embargo, las controversias salariales que existen en el Ejército Argentino desde inicios de los años ‘90 desestabilizaron esta economía moral y visibilizaron la compensación monetaria de la actividad militar. Estas controversias tienen su origen en uno de los instrumentos que los gobiernos democráticos han utilizado para aumentar los salarios de los militares: s uplementos monetarios no remunerativos sobre los que no se aplicaban descuentos previsionales ni se incorporaban al cálculo de aguinaldos y jubilaciones.
Los suplementos produjeron fuertes diferencias de ingresos entre militares del mismo grado y antigüedad ya que los montos se calculaban de acuerdo a la situación familiar y laboral de cada individuo. Los militares que pasaban a retiro, por su parte, dejaban de percibir los suplementos y podían perder más de la mitad de su salario.
Los diferentes gobiernos realizaron “blanqueas” de suplementos salariales que sin embargo no mejoraron los ánimos castrenses sobre sus ingresos. No obstante, la mayoría de los militares evitaba realizar juicios de regularización salarial. Si bien a mediados de la década de los años 90 las autoridades castrenses desligaron al Ejército de esta problemática y tácitamente autorizaron a sus integrantes a iniciar a título individual juicios contra el Estado por sus salarios, quienes lo hacían muchas veces eran sospechados de traición o ingratitud hacia la institución militar.
El sustento moral de esta sospecha reside en la figura de la deuda. “Yo le debo todo al Ejército” es otra expresión frecuente de los militares, que se alimenta de una cosmología institucional que equipara la incorporación al Ejército con la adquisición una deuda moral con esta institución. El honor de servir a la patria es lo que el militar recibe en contrapartida por la deuda adquirida. El juicio por cuestiones salariales aparece como una transgresión moral que desconoce esta deuda.
En la década del 2000, los militares que tenían resoluciones favorables a sus juicios, comenzaron a recibir importantes aumentos salariales que en muchos casos alteraban la relación entre el monto recibido y la posición jerárquica ocupada.
Ante esta situación, la opción de los juicios para la regularización de haberes adquirió mayor legitimidad en el interior de los cuarteles y se multiplicaron drásticamente las presentaciones judiciales.
La problemática salaria l puso de relieve las controversias que despiertan en el ámbito militar las transformaciones del Ejército de las últimas dos décadas. Una de estas controversias gira en torno al estatus de los militares en relación con otras actividades profesionales. Las críticas a los militares que realizan juicios contra el Estado por cuestiones salariales expresan en forma solapada un temor a la desacralización del estatus simbólico y moral de la actividad militar.
Muchos militares que iniciaron estos juicios se justifican apelando a valores tradicionales de la cosmología militar como la familia: la necesidad de mantener económicamente a sus familias los llevó a iniciar juicios de regularización salarial contra el Estado. Y aclaran: cuando eran solteros o no tenían hijos, estos juicios no figuraban entre sus opciones para mejorar sus salarios.
Pero también hay muchos militares que dicen que ellos realizan estos juicios porque consideran que merecen recibir remuneraciones equivalentes a las de otros profesionales que poseen responsabilidades laborales similares a las suyas. La regularización salarial es percibida como un “derecho” que el Estado debe garantizarles.
La discusión sobre la compensación monetaria de la actividad militar promovió un hecho casi insólito en la historia del Ejército Argentino: que los militares se autodefinan apelando al lenguaje de los derechos individuales y a su condición de trabajadores y ciudadanos. Se produjo, en cierta medida, un proceso de ciudadanización de los militares que reveló la redefinición de valores tradicionales del mundo militar argentino. Así lo sugiere que el comentario de un joven oficial que había iniciado un juicio para regularizar sus salarios: “En determinada época de la vida no podés dar de comer o educar a tus hijos sólo con vocación”.