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La religión con lupa científica, de los dogmas a los matices

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Con todos sus mitos, supuestos y certezas, el campo religioso argentino se ha convertido en los últimos años en una próspera cantera de estudio, investigación y reflexión para sociólogos, antropólogos e historiadores.

El interés académico por explorar este tipo de temas -así como las contribuciones que de allí derivaron- ha servido para romper el cristal a través del cual solían mirarse: en materia de creencias y religiones hoy hay menos espacio para las verdades absolutas y mucho más para los matices, como puede apreciarse en algunas de las producciones editoriales más recientes.

Hace pocas semanas se publicó el Atlas de las creencias religiosas en la Argentina , dirigido por Fortunato Mallimaci (Biblos), fruto de años de investigación y trabajo colectivo entre especialistas en sociología de la religión de todo el país -respaldados por diferentes universidades nacionales y el área Sociedad, Cultura y Religión del Conicet-, que reseñan con detalle el vínculo de los creyentes con lo religioso y cuestionan el monopolio católico en ese campo.

Consultado por LA NACION, Mallimaci considera que uno de los principales aportes del estudio académico en los últimos años ha sido el de colaborar en la deconstrucción de dos mitos: el de la Argentina católica y el de la Argentina laica.

"No hay dudas de que los creyentes en Dios siguen siendo mayoría en nuestro país. Pero están fuertemente desinstitucionalizados. Y no se trata de un problema exclusivo de los católicos, sino que esto también pasa entre los creyentes de otras religiones", profundiza.

Considerado uno de los pioneros de la sociología de la religión en el país, Mallimaci sitúa a mediados de los ochenta los primeros focos de interés académico por lo religioso. "A mediados de los ochenta, y pese a que en algunos ámbitos se seguía creyendo en las teorías que prenunciaban la muerte de la religión, algunos sociólogos comenzamos a volcarnos al estudio de estos temas. Ya en los noventa fundamos la revista Sociedad y Religión, se comenzaron a formar grupos, y la red se fue ampliando cada vez más", rememora.

Justamente, uno de los miembros del equipo que trabajó en la confección del mencionado Atlas... , el sociólogo Joaquín Algranti, es coautor de otro libro de reciente aparición: La re-invención religiosa del encierro. Hermanitos, refugiados y cachivaches en los penales bonaerenses (Ediciones del CCC y la Universidad Nacional de Quilmes), en coautoría con el sociólogo Rodolfo Luis Brardinelli. El trabajo indaga acerca de la inserción del pentecostalismo en las cárceles desde inicios de los ochenta, así como en el proceso de conversión de los internos.

DISCIPLINAS EN DIÁLOGO

En el tránsito de estas últimas décadas, algunas disciplinas supieron, incluso, entablar diálogos fluidos a medida que iban mirando el fenómeno religioso. Tal es el caso de la sociología y la antropología.

"La antropología le ha aportado al trabajo de muchos sociólogos el énfasis cualitativo, la incorporación del trabajo de campo y, si se quiere, una mirada más relativista cuando, en líneas generales, la sociología se ha caracterizado por estar más preocupada por cuestiones de tipo cuantitativo", reconoce el sociólogo y doctor en antropología Alejandro Frigerio.

En estos momentos, Frigerio forma parte de un grupo interdisciplinario que se dedica a replantear el supuesto monopolio católico de las creencias, así como a estudiar desde una posición "no catolicocéntrica" la diversidad religiosa argentina. La agrupación cuenta con una página web desde la que se puede acceder a sus artículos académicos: www.diversidadreligiosa.com.ar .

"A través de esta página nos proponemos tener un canal de diálogo conceptual más fluido. En el mundo académico, muchas veces, el recorrido que debe hacer un paper hasta su posterior publicación en algún medio suele ser bastante largo", se lamenta Frigerio, también investigador del Conicet.

Pero también en el terreno de la historia, lo religioso se fue revelando como un espacio tan rico en supuestos como inexplorado. En ese sentido, y aunque a través de géneros diferentes, van dos obras de reciente aparición. Una de ellas es Cristianos antifascistas (Siglo XXI), del historiador José Zanca, que se adentra en la dinámica de la cultura católica en el período comprendido entre la Guerra Civil Española y el Concilio Vaticano II, haciendo especial foco en un grupo de intelectuales y militantes que, en defensa de ciertos valores y reivindicando el humanismo integral, se enfrentaron con la jerarquía y el grueso de los fieles de aquellos años.

La otra obra es una biografía: Monseñor Miguel de Andrea. Obispo y hombre de mundo (1877-1960) (Edhasa), de la historiadora Miranda Lida, que se centra en una figura fundamental para entender el rol del clero durante las primeras décadas del siglo pasado, así como sus vínculos con la elite dirigente de aquellos tiempos.

"Hasta hace 30 años, como mucho, a la historia de la Iglesia no se le prestaba mucha atención en el ámbito de las universidades nacionales. Durante el gobierno de Alfonsín surgieron algunos estudios que trataron de rastrear de dónde venía toda la cuestión con la dictadura. Entonces llegaron al nacionalismo autoritario de la década del treinta y siguieron para atrás. Los que hemos trabajado el siglo XIX les hemos dado mucha importancia a los cambios que se producen ya en tiempos de la revolución: cómo entender la secularización, la aparición del laicado, la prensa católica o la formación del clero, entre otros aspectos", explica Roberto Di Stefano, doctor en historia religiosa y coautor del libro Historia de la Iglesia argentina , junto a Loris Zanatta.

En todos estos años, el trabajo de historiadores del catolicismo, así como de otras religiones, está contribuyendo a desentrañar mitos, como el de la supuesta Argentina católica. También a derribarlos.

"Cuando yo era chico, mis párrocos me hablaban de la reforma de Rivadavia como una reforma liberal y anticlerical. Y cuando me pongo a estudiarla, me encuentro con que es fundacional para la Iglesia argentina. También me encontré con que el supuesto apoyo de Rosas al catolicismo no se sostenía por ninguna parte. Otro mito sin fundamento es el de presentar a los católicos enfrentados a los liberales en la década del ochenta. En aquel entonces, todos los católicos se decían liberales y todos los liberales se consideraban católicos", enumera el historiador.

Sostenidos en gran medida por el desconocimiento, muchos mitos y prejuicios en torno de lo religioso han comenzado a caer o, al menos, a relativizarse gracias a las contribuciones del mundo académico de los últimos años. El camino por recorrer -todos los consultados coinciden- es largo. Pero ya se está desandando.