Historias de amor con sinfonía de béisbol
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Esta es la historia de tres hermanos: Henry, Owen, Pella y Mick.
En realidad no son hermanos, pero qué demonios, qué importa. Se quieren tanto, se conocen de tal manera, que son capaces de dar la vida por el otro. Y ya lo dijo San Juan: no hay amor más grande que ése.
Aunque este cuarteto puede ir incluso un poco más lejos de lo que estipulan las reglas. Porque Henry podría, por ejemplo, sentir que la guía de Mick es una especie de suplantación de la figura del padre y Pella, a su vez, que Owen no es la persona adecuada para su propio progenitor, aunque mientras tanto ella termine enredada en las sábanas de Henry, perdón, de Mick, digo, de David, su esposo y, al parecer, su mejor enemigo. En fin, nunca las historias de amor son fáciles de explicar.
"El arte de la defensa" (Salamandra) es el primer y glorioso libro de Chad Harbach.
En principio, es una novela donde los personajes giran en torno al deporte nacional americano, el béisbol. Pero el deporte menos parecido al deporte que jamás nadie haya concebido es como una sinfonía extraña que crece en el fondo de las escenas perpetradas por Harbach. Espléndida y, sin embargo, críptica.
Los personajes coinciden en un mismo campus universitario, cada cual con su cruz, sus obsesiones y su destino a cuestas.
Por donde se mire
Con el tiempo y visto con cierta restrospectiva, el libro podrá ser registrado tal vez como una novela que trata de todo y de nada. De las grandes y de las pequeñas cosas de la existencia humana. De su fervor, de sus miserias, de su voluntad, de sus deseos y de sus talentos que explotan cada tanto como una estrella fugaz en la noche.
Los personajes sirven como modelos que explican los tópicos que viene estrujando la filosofía desde hace milenios.
Mientras Pella representa la confusión, Henry es el reflejo de la virtud sin mancha o casi. Mick es pura voluntad, mientras que Owen puro deseo en la búsqueda de ser saciado sin premura.
"El arte de la defensa" tiene dimensiones importantes, pero no por eso debería ser objeto de una única lectura.
El libro merece que le echemos el ojo mucho más tiempo, que nos quedemos con él como uno permanece junto a los que nos entretienen. Alberga momentos brillantes. Frases que podrían dejar a la audiencia verdaderamente sorprendida.
En el medio de un partido de béisbol que define unas cuantas cosas en el marco de la trama, Harbach escribe: "Todos nosotros, en el fondo de nuestra alma, creemos que el mundo entero surge de nuestro preciado cuerpo, como imágenes proyectadas desde una pequeña diapositiva sobre una pantalla del tamaño de la tierra. Y a la vez, todavía más en el fondo de nuestra alma, sabemos que estamos equivocados".
Y hay más. También dice: "Y la condición humana consistía, básicamente, en el hecho de que estamos vivos y tenemos acceso a la belleza, hasta podemos crearla aquí y allá, pero algún día estaremos muertos y ya no lo tendremos.
Como si faltará más, el libro fue un éxito elogiado fervorozamente por John Irving y Jonathan Frazen.