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Estrategias de desarrollo tecnológico

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Interesado por los temas que se vinculan a nuestra ciudad, y porque no a nuestra identidad, participé de la charla del Dr. Hurtado en 22 de mayo en el Concejo Municipal. Además del autor, disertaron el Rector de la UNRN, Juan Carlos Del Bello, el profesor Diego Aguiar y el Lic. Manuel Lugones, ambos del CITECDE. Al finalizar la conferencia se abrió un espacio de preguntas y respuestas entre los disertantes y la audiencia. Reproducir la totalidad de lo registrado sería tedioso para nuestros lectores. Me decidí entonces por una reproducción textual de la charla del Dr. Diego Hurtado cuyo libro recomiendo a todo lector interesado en la historia, la tecnología y los avatares  del plan nuclear en nuestro país, que además, mucho tiene que ver con la historia de nuestra propia ciudad. También lo recomiendo a todos aquellos que se interesan en la historia social, cultural y política del país y en las controversias que acarrea la natural tensión entre el desarrollo de tecnologías sensibles y los fantasmas de su uso para la fabricación de armas atómicas. También vale la pena leer con atención el capítulo 4 dedicado a la Dictadura y al plan nuclear. En él se entrecruzan los argumentos científicos con las crueles realidades el terrorismo de Estado y los preceptos éticos, cuya velada sombra nunca abandona el debate sobre ciencia y tecnología. Como sucede con la lectura de todo buen libro de historia, el libro de Diego Hurtado provoca nuevas reflexiones, y su lectura nos deja con renovadas  inquietudes.   


Presentación del libro:
“El sueño de la Argentina atómica. Política, tecnología nuclear y desarrollo nacional (1945-2006)”
Dr. Diego Hurtado
I

“Lo empecé a escribir en el 2001 y era la historia de algo que se estaba desarticulando y se estaba desvaneciendo. Pasó el tiempo y en los años 2007, 2008 podría decir que casi tenía lista una versión del libro, pero el escenario había mutado. Ya no era el plan nuclear algo que se había terminado en la década del 90. Había resucitado con notable vigor y dinamismo. Con lo cual lo que iba a terminar en el 2008 lo terminé reescribiendo para finalizarlo ahora en el 2012. Porque una cosa es escribir un libro con un final sombrío y otra cosa es escribirlo con un final feliz. Eso explica los doce años que tardé en escribirlo, algo que es antieconómico y casi también antiacadémico.
En el medio salió el libro que mencionaron, “La ciencia argentina, un proceso inconcluso (2010)”, que fue un subproducto de éste. Me di cuenta que para hacer una buena contextualización necesitaba tratar de entender las demás instituciones y así salió el otro libro.”

II

“Si tuviera que explicar la estructura de este libro me gustaría recurrir a cinco o seis fotografías que quisiera destacar. Voy a tratar de explicar lo que no está en el libro y que fueron motivaciones. En principio el libro no es la historia de la CNEA ni tampoco es la apología de una institución. Es un trabajo que intenta entender una trayectoria de política tecnológica de un país semiperiferico. La categoría de semiperiferia me ayudó a estructurar y entender a la Argentina en el mismo contexto en el que se puede entender a la India, Brasil, Sudáfrica, Pakistán y Turquía. Son países que se quieren industrializar y que por lo tanto necesitan tecnología. Pero lo países avanzados necesitan que esos países sigan comprando tecnología. Para ellos está bien que se industrialicen pero no de manera autónoma.
El desarrollo nuclear en Argentina muestra esa dinámica de coerción y presión permanente de las potencias. Y a partir de ahí es de donde probablemente se explique que en la Argentina surjan grandes pensadores sobre política tecnológica. Podemos citar en este caso a Jorge Sábato, pero detrás de él hay una pléyade de investigadores e intelectuales y muchos de ellos están hoy acá en esta sala. Es gente que no puede solamente hablar con gran propiedad del tema nuclear sino sobre todo de como elaborar estrategias de desarrollo tecnológico, incluso para otros sectores fuera del sector nuclear y para un contexto difícil, arduo y lleno de trampas diplomáticas y económicas como es el panorama en la Argentina.”

III

“Otra cosa que está muy clara en el libro es que una cosa es ciencia y otra tecnología. No las quiero disociar, tienen vínculos simbióticos, pero no son lo mismo. Decía Sábato que en la tecnología se necesita mucho más que laboratorios y científicos. Involucra sindicatos, actores políticos, economistas. Como todo eso está en la historia del desarrollo de la energía nuclear también es un tema del libro.
Cuando yo digo que ciencia y tecnología son cosas diferentes me refiero a cómo nace la CNEA y todo lo que se va desarrollando junto a ella. En los 60 y los 70 alrededor de la CNEA, que sigue siendo un actor protagónico, van apareciendo diplomáticos, economistas, universidades, y todo ello en el contexto socio político e institucional.  Eso es parte del enraizamiento de la política nuclear en la Argentina. Tal es el caso de los radioisótopos que usa la industria, los hospitales o los centros de investigación. No hay éxito de una política tecnológica si esa política no logra la autonomía de las propias burocracias estatales.”

IV

“También el paradigma tecnológico que funciona en la CNEA, en contraposición de un paradigma tecnológico que sigue funcionando por ejemplo en el CONICET, es el que va a atravesar cincuenta años de historia de ciencia y tecnología en la Argentina. El CONICET, una gran institución de ciencia que busca autonomía bajo estándares internacionales, ciencia pura, básica, fundamental y que cree que eso es lo que se debe hacer, excelencia académica y la no intervención del Estado frente a una CNEA que cree casi absolutamente lo contrario, es decir el negativo de todas estas propuestas: tecnología para resolver grandes temas nacionales, apuntalar salud pública, tecnología para producir energía, para asistir a la industria, para ganar autonomía en políticas estratégicas.
En relación a esto, otro punto analizado en el libro es el que trae la historia de la energía nuclear a través de la Comisión de Energía Atómica y que viene de los genes del primer peronismo. No hay acá una teoría genética de la energía, lo menciono como una metáfora. En el primer peronismo, por única vez hasta el año 2003, hubo en Argentina una política tecnológica entendida como política de Estado. Probablemente yo lo esté exagerando y podríamos hablar de una protopolítica tecnológica. El segundo plan quinquenal en eso es muy claro. Contemporáneo a la elaboración del segundo plan quinquenal se crea la Comisión Nacional de Energía Atómica y uno ve ahí una marca de época. En la CNEA hay rasgos muy vinculados a lo que el peronismo de 1946 al 1955 propuso  como proyecto de país.”

V

“Otro de los puntos que quería señalar fue un descubrimiento para mí. Luego de una larga investigación de la prensa internacional, como ser los diarios New York Time, Christian Science Monitor o el Chicago Tribune, y un análisis de las políticas del Departamento de Estado y la diplomacia norteamericana, es decir su política exterior, y él de un sector de la Academia norteamericana, como ser los expertos y doctores y analistas nucleares, descubrí que todos ellos, junto a los organismos internacionales como la OEA o el FMI en los ochenta o el Instituto por la Paz de Estocolmo, estuvieron trabajando conjuntamente durante años para construir la idea de que los países en desarrollo con aspiraciones industriales eran países proliferadores. (2)
La pregunta es entonces: ¿Cómo se llega a saber si un país es proliferador? Analizando sus intenciones ocultas. ¿Y quién es capaz de analizar las intenciones ocultas de un Estado y con qué herramientas?  Uno ve una cantidad de escritos sobre la intención de Brasil y Argentina de construir la bomba atómica a partir de comienzos de la década del 60, algo que se va a potenciar con el Tratado de No Proliferación Nuclear (NPT, 1968)  y el de Tlatelolco (1967), y que va a durar hasta los 80 del siglo pasado, cuando logran poner de rodillas al gobierno argentino. Durante la última dictadura (1976-1983) negociaron Derechos Humanos con plan nuclear y en los años 80 deuda externa contra plan nuclear y así sucesivamente. Debo decir que éste fue uno de los núcleos que más me interesaron.”

VI

“Uno de los puntos más difíciles fue entender el plan nuclear en la última dictadura. Eso fue lo más complejo. Me gustaría que algunas personas lean por lo menos ese capítulo para saber lo que piensan. A grandes rasgos uno podría decir que fue el momento en que mayor inversión en términos cuantitativos se invirtió en el plan nuclear. 4500 millones de dólares se invirtieron entre 1976 y 1984 en él.  Por otro lado ese plan nuclear fue funcional a la patria contratista: Techint, Pescarmona, etc.
Si bien el proyecto INVAP venía de antes se dieron condiciones para que surgiera en este momento, igual que el proyecto de enriquecimiento de uranio que son todos logros impresionantes para lo que puede ser la trayectoria tecnológica de un país en desarrollo. Poner esto en la balanza me resultó muy complicado porque acá hay problemas éticos, morales. En la CNEA hubo 15 desaparecidos, gente que fue llevada presa, golpeada, torturada, hubo cesantías. Esto claramente recae sobre la cabeza de la CNEA de ese momento. Y voy a decir algo que me cuesta decir y es que también la ideología del Presidente de la CNEA de ese momento, Carlos Castro Madero, en algún sentido estaba alineada con un pensamiento “Sabatiano”, algo difícil de decir si lo situamos en un contexto de Terrorismo de Estado y donde éste se aplicó al personal de la misma CNEA. Creo que éste es uno de los nudos del libro.”

VII

“Lo que hereda Alfonsín es un programa nuclear totalmente sobredimensionado y esto también está tratado en el libro. Alfonsín no logra hacer andar el plan heredado ya que la capacidad económica y financiera del país era precaria. Y con el gobierno de Menem llega finalmente el desguace del Plan.
También me di cuenta que tenía que hacer un epílogo del Plan Nuclear luego de su relanzamiento a mediados del nuevo siglo. Para ello fue interesante analizar el discurso del ministro De Vido, de agosto del 2006, ya que para ese momento había más de cincuenta años de experiencia en política nuclear en el país. En ese discurso el Ministro le habla a la audiencia nacional e internacional y habla de la autonomía tecnológica citando el decreto de la creación de la CNEA, etc.
Lo que el libro cuenta es una historia de éxito. A mí me interesó analizar la capacidad que tuvo la Argentina para llevar adelante una política tecnológica en contra de las intenciones de las potencias porque la categoría de proliferación es una categoría funcional a los intereses comerciales de los países avanzados. La semiperiferia la componen países periféricos pero que tienen industria y que entonces quieren tener plan nuclear e industria pesada y son entonces excelentes clientes de tecnología de los países centrales. Y estos países no pueden perder estos clientes. ¿Se entiende esta paradoja?

VIII

“Aquí presentes están entre otros Tomy Buch, Arturo López Dávalos, Eduardo Santos, Rolando Granada, los que a lo largo de todos estos diez años han puesto a mi disposición toda la información y toda su experiencia de años. He hablado con ellos sobre temas que no están en ninguna fuente y es ahí donde uno va descubriendo la dimensión de lo que es una historia tecnológica para un país periférico. Son gente que sabe mucho de política tecnológica y yo creo que tal vez pueda decir esto un poco irresponsablemente, y es que el Ministerio de Ciencia estaría necesitando algo así como un comité de expertos en asesoramiento – y no porque no lo hubiera en el Ministerio – sino por todo lo que se podría agregar en términos de sabiduría acumulada que necesitamos sostener, sabiduría de alguna manera aprendida a los golpes, porque eso también es la historia de la energía nuclear en el país.”