El sueño de la Argentina atómica
- Autor: Hurtado Diego
- Editor: Edhasa
- Colección: Ensayo
Al final de la Segunda Guerra Mundial el gobierno de Perón decidió que la Argentina debía embarcarse en el desarrollo de la energía atómica. Unos años después, en enero de 1958, la primera reacción en cadena del hemisferio sur era producida en Buenos Aires por un reactor construido por científicos e ingenieros argentinos. A fines de la década del sesenta, el desarrollo nuclear argentino era considerado, detrás de la India, el más avanzado de los países del llamado Tercer Mundo. Jorge Sabato, principal ideólogo del plan nuclear, sostenía en 1973: “Lo atómico ha dejado pues de ser un tema académico y de laboratorio, y se ha integrado a la trama socio-político-económica argentina”.
Igual que Brasil –su histórico rival regional y, desde la década de 1980, socio estratégico–, la Argentina apostó al impulso de una industria nuclear nacional y al liderazgo latinoamericano. Hacia 1983, en pleno derrumbe de la dictadura, la Argentina era capaz de enriquecer uranio. Y ese fue el límite. Estados Unidos presionó con tenacidad para que el país abandonara sus ambiciones nucleares. Lo logró. La deuda externa en los años ochenta y las políticas de “achicamiento del Estado” de Menem llevaron al desguace del sector nuclear. Mientras la Argentina exportaba reactores nucleares de investigación, compitiendo exitosamente con Francia, Corea del Sur o Estados Unidos, la investigación y las políticas que se habían seguido desde el primer gobierno de Perón languidecían.
El sueño de la Argentina atómica es un ensayo indispensable para descubrir que el desarrollo de la energía atómica fue la única política tecnológica de Estado que desde 1945 hasta 1995 tuvo la Argentina. Con gobiernos democráticos o militares, con peronistas o radicales, durante medio siglo hubo un trabajo de acumulación de saber y también una formidable potencialidad económica. Diego Hurtado reconstruye ese período de manera impecable y con singular inteligencia. Lo que estaba en juego entonces es lo mismo que está en juego ahora: la posibilidad de la autonomía en materia nuclear y naturalmente, en materia económica.