El extraño mundo de Jack
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La aventura de hacerse peronista, en estos años, quizás “por suerte”, parece una aventura cultural para acompañar de un modo adhesivo a un gobierno que pertenece a un partido de Estado. Diríamos incluso más: el peronismo, que gobierna el país casi ininterrumpidamente desde 1989, es más un sistema que un partido o movimiento. Ese reflejo –que es “atrapa-todo”- estaría ligado originariamente a las aptitudes de Perón, a sus condiciones de estratega en la combinación de destreza y lucha social. Antes que un militar, antes que un Mao, el promedio da un Perón político. Como otra cara del mito sentimental, la idea de Perón como clase maestra de la política. Bien, eso encierra la atracción cultural del peronismo. Tantas cosas a la vez: la política, la sangre, la sangre que no llega al río, y así.
Este libro de Jack Nahmías recorre la dinámica de los hechos de esos años (de 1969 a 1973) a partir de la elaboración de entrevistas a protagonistas y de la lectura obsesiva de diarios, sobre todo La Opinión. Un peronismo presto a tomar al poder que pone a prueba los límites de su sistema para contener a todos lo más posible es su punto de partida. Y sin embargo, la imagen que desprende no es la de un peronismo formado con miles de Maquiavelo, sino, por el contrario, miles de pretendidos peronistas de verdad absoluta, verdades que –se supone- Perón relativiza incorporándolas al funcionamiento de su teoría mayor
.El Perón de Jack es un científico en Puerta de hierro, recorriendo los jardines de su casa, entre enredaderas y caniches, bajo la custodia lunar de Franco y la sombra de López Rega e Isabel, recibiendo gente, escribiendo cartas, grabando su voz, enredando su tela desde lejos. Pero el jardín abstracto de su mente cae en el bosque de sangre de Ezeiza. La imaginación y cierto grado de locura del líder fundan un tiempo: ése en el que cosas que se repelen se necesitan. Su vuelta necesitaba de todos. Cita: “Como puede observarse (…) en los conflictos, disputas y tensiones en el peronismo siempre imperaba la palabra contemporizadora de Perón ya fuera en el interior de la rama cuyo desplazamiento era vertical o entre las mismas, cuyo desplazamiento era de carácter horizontal. El discurso del 21 de junio (después de la masacre de Ezeiza) pronunciado por Juan Perón reflejó que se trataba de un conflicto de carácter estructural que atravesó al peronismo en toda su dimensión, que lo agrupó y dividió de manera transversal. Cámpora señaló que ‘el enfrentamiento quebró los resortes tradicionales de contención’. (…) a nuestro entender Cámpora está señalando la ruptura de los mecanismos internos de contención en la estructura interna del peronismo y el rol que asumía en dicha dinámica Perón.” Jack no destripa, sino que se toma el tiempo de hacer la autopsia de una historia en uno de sus tiempos más sugestivos: cuando la política –justamente- falla.
Contra una época como esta, tan bajo el signo del peronismo de izquierda (versión de los vencidos), Jack escribe un libro no teñido por la desilusión de una “generación” que no pudo hacer el Perón a su gusto. Organiza un sistema con tensiones verticales, horizontales, transversales, un mapa mental de Perón, encefalograma de hechos y significaciones. Ejemplo: Perón procesa el asesinato de Aramburu bajo una aprobación sistémica “No altera mis planes estratégicos…”.
El libro recorre las internas de sus emisarios, los cortocircuitos sindicales pos Vandor, hasta el choque precipitado de las placas tectónicas de dos culturas políticas: la política clásica (Paladino, Rucci, Cámpora, con su corolario de abrazo entre Perón y Balbín, unidos por el espanto) y la política revolucionaria, cuya apropiación de Perón lo desfiguraba. Jack muestra que el sistema falló, colapsó, que no hubo imaginación capaz de “contener” a tanto. Perón pisa el país y la historia le gana. Judo entre la autonomía de la política y la historia. Su elección por uno de los extremos, más revelar una “naturaleza”, parece una opción seca para el objetivo que aspiraba cumplir: volver a gobernar la República Argentina.